martes, 18 de junio de 2013

Mirando por la ventana

Cuando Josué caminaba sobre las pozas formadas por la lluvia vespertina, dejaba huellas de lana y tejía con hilos el lino del rostro de su amada, pintaba cuadros adornando paredes inexistentes, los colgaba en las tenues nubes que por la noche iniciaban a formarse, al llegar a casa tímido ingresaba sentándose en la silla mecedora para observar por su ventana el pasar de su amada, quien parpadeaba al cielo hasta donde él pretendía volar.

Seguía viéndola con timidez y avergonzado, como todas las tardes, trenzaba historias donde él era el héroe, en una ocasión se levantó de la silla y corrió tras ella preguntándole: ¿Precisa de mi compañía en esta oscuridad? La joven estrujó sus manos y la lluvia intentó abrirle los dedos,enseguida apresuró su paso. Josué se quebró ante esta actitud, se colocó su saco raído, camino de regreso a su casa, con la esperanza del día siguiente. Los días pasaban,soñaba con sus ojos, musitando a sus oídos palabras que entre buscaba en los celajes del cielo, lograba articular un poema que lo hacía soñar.

Los labios entumecidos, por el frío, apenas presentida una sonrisa, cuando por la tarde la dama de sus sueños transitaba, y volvía a soñar con ella, bebiendo un café sentados de frente: le dice ella, mi nombre es Cristen; ahhhh – yo soy Josué, como todos unos conocidos conversaban, él bebió sorbo a sorbo su café, inventando el tiempo para que ella se quedara a su lado, tímidamente acercaba su mano a la mesa para intentar arrebatarle un chasquido de sus dedos, ella petrificada parpadeó y sacudió sus hombros, corriendo hacia la esquina más próxima.

Josué caminó presuroso tras ella, sin dejarla de mirar; en los últimos años había esperado ese momento, pendiente de cada paso de Cristen, era como estar en la cima del cielo, cruzo muchos caminos, entró a la vivienda de su amada, paciente se enfilaba hacia sus mejillas para insistir ante sus oídos su profundo amor.Hacía mucho tiempo no lograba conversar con alguien largo y tendido, se olvidó del diálogo empleando unas maltrechas palabras que complicaban la comprensión de la charla.

De pronto Cristen, caminó entre la oscura calle, asustada huyendo de aquel hombre que le había declarado su amor y que con ansía y frenesí le devoraba desde la punta de los pies a la cabeza, con la sola idea que su vida estaría entre cuatro paredes, insistió en la cabellera de Josué con lo cual soñó estar entre el cielo, sintió gota a gota cada caricia, las estrellas oscurecían su vista,sin imaginar que tan sólo era una de sus imaginaciones vespertinas provocadas por el descanso que la hamaca le provocaba.

Demetrio Antonio Pérez Ordoñez

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