Quizá esta tendencia mía a
entrevistar quijotes, se deba a que en el fondo no me atrevo a dar el paso.
¿Acaso vivimos la vida exagerada de Martin Romaña? ¿De dónde llega el
empecinamiento? Chofo tiene esa figura desgarbada de aquel que se levanta
pensando en algo que está más allá de él. De lejos, pareciera que va caminando
por allí, repitiéndose aquello de: Sucede
que me canso de ser hombre. Sucede que entro en las sastrerías, y en los cines;
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro, navegando en un agua de
origen y ceniza. El artista va nutriéndose sin saberlo, y de pronto termina
allí, diluviando vida, con la mirada apenas, como cansada, como queriendo ver
cerrando los ojos. Lo más impresionante del arte, es ver al artista en su lucha
contra el mismo, y superarse. Quizá exagero ahora, pero veo a Chofo en esa
lucha.
Esta charla es apenas un extracto
de algo que duró varias horas. Rodolfo Espinosa, Chofo, es un artista
polifacético: músico, dibujante, actor, escritor, que se manifiesta a través
del cine.
Chofo ¿para vos qué es el cine?
La definición de cine para mí se ha ido armando a lo largo de muchos
años. En Nueva York estuve de meritorio en una productora. Todos los que
trabajábamos de meritorios era porque queríamos hacer cine. Al inicio, cuando
nos preguntaron por qué, yo dije que por arte.
Entonces un estudiante de cine de una de las escuelas de Nueva York,
respondió un tanto molesto confrontando mi respuesta. Dijo que el cine es un
montón de trabajo, y que lo que uno se imagina que va a hacer, al final termina
siendo otra cosa con las manos de otro montón de personas, por lo tanto no se
puede apreciar como obra de arte. Sin embargo yo me quedé con el sentimiento
que me llevó hasta allá, y que me sigue moviendo. En él mi concepto de cine es
un arte, definitivamente. En el cine están mezcladas la literatura, la
actuación, la creatividad de armar un escenario para que se vean bien el
encuadre y los colores, la fotografía, la música, entonces una película al
final es un producto creado por varios artistas. Sin embargo el producto, lo
que ves en la pantalla, creo que es más parecido a la literatura.
Definitivamente es un arte
polifacético, en él van integradas distintas expresiones, cómo lo decís. Todo
dependerá del tema y de la complejidad de la película. Y muchas de esas
expresiones que mencionás, no tienen rostro, de modo que eso de polifacético se
refiere a la acumulación de manifestaciones que dan como resultado la obra, que
a veces ni siquiera da tiempo a pensar en ello. ¿Un director empieza dando sus
primeros pasos en esas posiciones que no tienen rostro, que simplemente son
parte de un todo?
Muchos entran a la escuela de cine sin saber a dónde dirigirse, la
mayoría quieren ser directores porque es lo que más les suena, o actores. Por
eso las carreras de cine tienen un área común al inicio, donde ves de todo.
Luego vienen las ramificaciones o especialidades: sonido, fotografía, actuación,
estructura del guion, etc. Pero no hay una que sea para directores, porque un
director crece accidentalmente, se va conformando a lo largo del proceso por
distintas herramientas que lo llevan a ser apto para la dirección. En esa productora, la de Nueva York, trabajé
no como cineasta, lo hice barriendo, cambiando focos, arreglando cables. No sé
si todo director pasa por esto, pero sí puedo decir que a un porcentaje le ha
tocado.

Vos decís que el resultado de
todo, lo que vemos en la pantalla, es más parecido a la literatura. ¿Qué pasa
con el inicio, con lo que está antes de todo? Lo pregunto porque aunque la obra
no se escriba, se concibe y se va estructurando como cualquier otra historia. De
modo que siempre empieza con un proceso creativo al que podríamos calificar
como literario. ¿Cuál es tu opinión al respecto?
En una película contás una historia, de hecho un documental te cuenta
una historia, ese es su recurso para enseñarte algo. Definitivamente la parte
del proceso donde la obra está siendo pensada, ha de ser similar al de la
literatura.
Una novela, por ejemplo, puede
tener un proceso creativo espontaneo, y crecer desde una palabra, desde una
frase. O puede ser el resultado de un pensamiento estructurado, de modo que la
historia primero se construye en un pizarrón y luego va tomando forma por
partes. ¿Cómo es el proceso creativo en el cine?
Es muy parecido. El proceso empieza con la película interna: ideas,
imágenes, sentimientos que son parte de una estructura en formación. Cuando
sacas esa primera impresión de tu historia, la debes empezar a pulir, básicamente
la reescribís. Y en ese proceso manejas recursos como la duración de la
película. El desenvolvimiento del o los personajes, si están reaccionando
solamente, por ejemplo. Un personaje que se desarrolla bajo este concepto se
mezcla con el fondo, termina siendo víctima de la historia. Los personajes que
sí están accionando, que están generando cambios, son con los que un espectador
se identifica, aunque al final de la historia fracase, o sea un antihéroe. Y
claro, el uso de herramientas visuales, como un pizarrón, dibujar un esquema,
un mapa mental, un flujo grama, todo es válido. Y sí en la narrativa puede
iniciar desde una frase, en el cine la historia puede iniciar desde una imagen.
Esa primera idea que se plasma es seguramente un bloque de hojas escritas donde
están todos los elementos que conforman la historia, pero no están ordenados.
Luego viene el manejo del resto de recursos, para lo cual se utilizan distintas
herramientas y distintos métodos.
¿En las historias, hay
estructuras definidas?
Definitivamente. El cine estadounidense normalmente funciona con una
estructura probada con la que se obtienen los resultados de difusión que al
final son plata. Lo comercial funciona bajo un patrón, es predecible, aun así
algunas te parecen buenas. Pero hay que entender que están basadas en una
forma, no en una fórmula, por eso a veces no funcionan. Y está el grupo de
películas que a la mayor parte del público no le parecen tan buenas, o en
absoluto no le parecen buenas; es porque no tienen ese patrón al que nos ha
acostumbrado el consumismo. Eso no significa que sean malas, porque normalmente
las estructuras diferentes a las comerciales exigen mucho del espectador, y ese
reto al no ser superado termina en una apreciación errónea.
En conclusión: el principio y el
final de la obra es literario.
Yo diría que los procesos son similares, y el resultado es una historia
con estructura y por supuesto recursos.
Es lo mismo pero no igual
No, al final no es igual, pero el proceso es muy literario.
¿Cuál es el desarrollo general de
un personaje?
Son cuatro puntos de giro. El primero es cuando el personaje ya tiene
todo, o sabe que es lo que debe tener para lograr lo que quiere en la historia.
Una película se trata de los pasos que debe dar para lograr eso. Luego viene el
punto de no regreso, que es cuando el personaje está tan metido en lo que está
haciendo, que aunque pareciera que no lo va a lograr, ya no puede volver. Ese
es el punto medio de la película.
El siguiente ocurre cuando el personaje está frente a frente con lo que
quería conseguir. Es el punto donde nos evaluamos como personaje, si somos o no
capaces de conseguirlo, o de lograrlo con todo lo que se ha aprendido o vivido
a lo largo de la historia. Luego viene la conclusión. Un personaje sale en
busca de algo, está por caer, cae, se levanta, o en la caída encuentra, como
sucede en la mitología griega, que en el hades deben enfrentarse a su némesis.
Aquí vemos si el personaje vale o no la pena. Si la mano que le quitaron valió
o no la pena. El personaje es la estructura de la película. No sirve de mucho
construir entornos bien logrados, si el personaje no tiene fuerza.
¿En el proceso te ha pasado
alguna vez, al llegar al final, donde te das cuenta que el personaje no
funciona?
Sí, tengo un montón de historias guardadas donde el personaje al final
sigue siendo el mismo. Me ha pasado que tengo ideas bien de ahuevo, que después
de un rato de desarrollo, o de contarlas a alguien, me doy cuenta que no está
pasando nada, que el personaje solo está reaccionando. Ese no es el momento de
contar esa historia, aunque el hecho de que ya esté plasmada en el papel es un
paso adelante, porque cuando se vuelve a retomar ya te quitaste cosas de encima
que no te dejaban. Un título, por ejemplo, puede ser una barrera. Si es tan
bueno puede forzar a la historia en su dirección, pero la historia necesita
tener su propio carácter, desarrollarse ella sola. Sí me ha pasado, por
supuesto.

En Guatemala se suele decir que
lo planificado no sale bien. Creo que es al contrario, lo planificado tiene
muchas más probabilidades de salir bien que un evento, una obra, o una vida en
desorden. Y sobre eso se dice que “en el camino se acomoda la carga”. Comúnmente,
¿cómo trabaja el cineasta en Guatemala?
En todas las películas donde he trabajado siempre hay cronogramas,
tienen bien pensado lo que quieren hacer. En mi caso planifico, organizo, y eso
me ha llevado mucho tiempo, un año por ejemplo. Aún así durante el rodaje toca
improvisar, por una u otra razón. Pero ya lo tenés tan claro que la
improvisación no es un riesgo. Y claro, hay situaciones como por ejemplo que no
podes trabajar en una calle que tiene los elementos para cierta escena, entonces
debes irte a la de la par e improvisar. O se suponía que no iba a estar nublado
y se nubló.
Pasando a los ingredientes de la
esencia. La muerte y la violencia son
temas repetitivos en el cine. Siempre lo han sido en la literatura
latinoamericana. Pareciera que todo es influencia del entorno. ¿Es acaso que
nuestras culturas nunca dejaran esa tendencia?
Jesús, es la historia más famosa y más comprada. Fue denigrado, ultrajado,
asesinado por su verdad. Si esa es la
historia más efectiva, la que más impacta, la más vendida, es por lo
tanto la que mayor influencia tiene sobre la humanidad. Por qué no vamos a
contar historias donde un personaje está al borde de la muerte. Historias que
incluyan la violencia con su contra parte, la no violencia. Tener un personaje
que lo puede perder todo. Otro punto es que si queremos erradicar la violencia, hay que exponerla.
La vida y la muerte son
contrarias. El ser humano busca en su mayoría vivir bien. Claro, el concepto se
ajusta a la idiosincrasia. Pero al final la preparación del ser humano, aunque
se pase la vida evitando o ignorando la muerte, va enfocada hacia ella. ¿Es
difícil reflejar eso en el cine?
Todo personaje muere y revive. O sea, muere metafóricamente. Se muere
en el momento que enfrenta su miedo más grande, su reto más grande. Muere y
revive porque después de ese momento trascendental en su vida, no vuelve a ser
el mismo. Es algo de lo que habla Joseph Campbell, el mitólogo. Gracias a
George Lucas muchos escritores, de películas, sobre todo, adoptamos a Campbell
porque tiene mucho sentido el viaje del héroe.
En “Aquí me Quedo”, Paco mata a su secuestrador de una manera
indirecta, en ese momento entiende la amistad que se formó a lo largo de un día
y una noche, y la entiende como su verdad. Si no se muere Willi, la amistad no
se hubiera concretado. Después de eso, con seguridad, Paco no volverá a ser el
mismo.
Su mirada te dice que no volverá
a serlo. Esa rabia que debe contener para no recriminárselo a la Cusi, para
después abrazarla como nunca lo había hecho, es ese momento.
Y eso es parte de un proceso, el de la preparación hacía algo más
grande que la vida, y eso es la muerte.
En cuanto a los géneros, el cine
nacional tiene una tendencia a mezclar la comedia y la aventura ¿es eso
relativo a nuestra cultura?
No solo relativo, también necesario. Porque no es el tipo de vida que
llevamos, que calificamos como duro. Gran parte de este mundo, incluidas las
naciones grandes, han sufrido más que nosotros. Relativamente hemos vivido poco.
Las grandes guerras, por ejemplo, como la de sesión en Estados Unidos. Acá no
ha habido guerras como tales. En la última pocos se involucraron. En el
Salvador, por ejemplo, la gran mayoría estuvo involucrada. Eso significa que
esa historia se transmite en todos sus aspectos a las generaciones que van
llegando.
Y el sufrimiento también se
hereda. Y eso te vuelve más consciente.
Sí, y nosotros no heredamos nada de nuestra guerra. Como país, por
supuesto. Individualmente sí, encontrás mara que conoce esa parte de nuestra
historia, que por lo menos la entiende. Y percibís su diferencia con el resto.
Como país vivimos mal, pero de ahuevo. Y estamos acostumbrados a
reírnos de todo. Media vez no te pegue grueso, te reis; te reís del vecino, de
cómo asesinaron a fulano, de los diputados, del presidente, aunque te caiga en
los huevos. Te reís de todo, a veces sentís rabia, a veces te ahuevas, pero al
final es típico que se saque un chiste, una parodia, y terminas riéndote. Cuando
te reís tu cuerpo está aceptando. Entonces es relativo a nuestra cultura, pero
también es una necesidad.
No tengo buena memoria, y por
alguna extraña razón me quedó grabado el número. Eran tres los libros que leías
cuando yo me volvía a perder en un “Japón heroico y galante” de Gómez Carrillo
y por las noches saltaba junto a mis hijos a “Caramelos de menta”. Vos,
entonces, leías “La tierra de Canaán”, algo de Crichton y el otro se me pasa
por alto. Aun así, pregunto: ¿Que libros lee un cineasta?
Me encanta la historia. He tenido fijaciones, por ejemplo tuve un rollo
con los piratas. Leía novelas, revistas, crónicas. Ahora estoy leyendo “El mono
desnudo” de Desmond Morris, es un análisis zoológico del ser humano. Un libro
de cómo escribir diálogos. “Los jinetes en el cielo” de Mario Roberto Morales.
Uno de ejercicios de guion. Yo por lo menos leo todo el tiempo.
Eso me hace recordar una tarde en
Coyoacán. Mi hermana vivió allá, por eso aproveché los fines de año. Las librerías
son una locura, pilas de libros, tumultos de compradores. Ves lectores
embebidos en el metro, en los parques, es común la lectura. Sin embargo una
estadística que leí allí, en el Jardín Centenario, la tarde que te cuento, indicaba
que solo el dos por ciento de los mexicanos son lectores. La referencia era más
de tres libros al año. Coyoacán me hizo suponer por un tiempo, que el ochenta
por ciento de los mexicanos eran lectores, y luego me dio una bofetada. Supongo
que aquí serías parte de las unidades de mil, o estarías en números rojos.
Con que esos números no sean de plata, me conformo. Pajas, no me
conformo, yo también quisiera que los lectores fuéramos más, que fuéramos la
mayoría. Acá lee poca mara, pero gran parte de los que lo hacen, leen un montón.
Sí una buena canción es aquella
que combina música, letra e interpretación. ¿Qué es una buena película?
Una buena película es la que te pone la piel chinita. Una buena
película para mí puede no ser una buena película para vos, por muchas razones:
nuestro tipo de vida, los colores, el timbre al que estamos acostumbrados. Creo
que para que una película cierre el ciclo exitosamente, tiene que tener
elementos que encajen con la situación que el espectador viva o demande vivir
en ese momento.
¿Y técnicamente?
Depende del método que maneje el cineasta. Comparemos a Lars Von Trier
con los hermanos Coen. Él trabaja con pocos recursos, las cámaras no son las
mejores del mercado, a veces no usa iluminación, contrata actores método
Meisner, solo les pone situación y los orienta por donde irse, y es muy bueno. Los
hermanos Coen trabajan con guiones que tienen en proceso varios años. Trabajan
con buen fotógrafo, buenos actores, no hay mucha improvisación. Los logros de
ambos son buenísimos. Hay métodos de métodos.
En Guatemala el cine es un
espacio cerrado, si no estás dentro y de cabeza, no estás. Siempre los he
admirado, ante todo por su quijotada. Se quedan sin comer con tal de terminar
la película. Y todo artista sabe que encontrar espacios para la obra terminada,
conlleva una búsqueda ardua, que a veces dura años. ¿Miento, o digo la verdad?
No, no mentís. Decís la verdad. Esta casa fue de mis papás, la iban a
vender, el primer comprador que apareció era un proyecto, el rollo era una
pollera. Sin embargo el sueño de ellos era que le quedara a uno de sus hijos,
somos cuatro. Ya la tenían divida, pero si no la íbamos a usar, tampoco ninguno
estaba dispuesto a dar dinero para la manutención. Yo estaba en las últimas
antes de venirme aquí. Iba a estar un tiempo nada más, en lo que conseguía un
trabajo y me recuperaba. La pura guasa fue que para mis papás ese era un gran
deseo, que uno de sus hijos se viniera para acá. Lo único que hice fue estar en
la mierda para que me la dieran. En cuanto a plata no he logrado mucho. En
todas mis películas me he quedado en cero, no he tenido ni siquiera quince
pesos para comprarme los cigarros. En el colegio fui hasta melindroso, con este
rollo me ha tocado comer lo que haya. Como en los viejos tiempos, el artista de
ahora requiere de un mecenas, más en un arte tan costoso como el cine.
¿Se podría decir que hacer cine
en Guatemala no solo cuesta, si no duele?
Bueno, a mí me cuesta, pero no me duele. Que haya varias productoras puede
dar la impresión de que hay un montón de dinero listo para invertir. No es así,
la mayor parte del tiempo cada una de ellas, está conformada por uno, el que la
fundó. Y ese cineasta tiene un morongazo de trabajos que quiere hacer.
¿Qué es lo más difícil del
proceso?
Estrenar.
¿Estrenar?
Sí, porque si no llegan a ver tu película es un fracaso, de nada sirvió
todo el trabajo. Grabar no es tan pisado porque es a lo que uno se dedica.
Escribir es un proceso que se disfruta, aunque a veces sea trabajoso
concluirlo, o quedar satisfecho, pero es por lo que vivís. Planificar las
tomas, y toda la parte técnica, es parte del mundo al que querés pertenecer.
Entonces no es molestia, por lo tanto no lo sentís difícil. Lo complicado es
como hacés para que compren tu película, para que paguen por verla, y no te la
roben.
¿Te referís a la piratería?
Sí, a mí me tienen pirateado por cualquier lado con “Aquí me quedo”.
Que tiene su parte buena, porque esa difusión no la conseguís tan rápido y tan
fácil de otra manera. Otro punto es que no sabés si la película gusta hasta que
la mara la vea. Yo la he armado a lo largo de varios años, puliéndola, y al
final la veo y me gusta. El meollo es si va a gustar, si va a ser bien
recibida. Es la inseguridad, no te la podes quitar.
¿Cómo describirías la influencia
de los cineastas cubanos en el país?
Creo que todo viene de la revolución. Los guatemaltecos admiramos a
Cuba por eso, por ese momento de transición. Yo no estoy a favor ni en contra
del comunismo ni del capitalismo, soy un hibrido, porque nada es absoluto. En
cuanto al cine, directamente, Fidel Castro fue muy claro desde el principio en
cuanto a su intención de financiar este tipo de proyectos. Tiene lógica, porque
es la memoria visual de un país, y de allí viene la evolución. En Guatemala no
creo que el cine cubano influya, son totalmente distintos. Sobre Casa Comal
podríamos decir que está ligada con Cuba. En algún tiempo, no sé ahora,
tuvieron intercambios entre escuelas.
¿Qué hacen esos cineastas guatemaltecos
que han alcanzado logros significativos, y que desde hace algún tiempo desaparecieron?
Algunos sé que están trabajando en algún proyecto. El resto, bueno, yo
por lo menos espero que no se detengan.
En la literatura ganar un
certamen no es un referente, eso no significa, ni garantiza la calidad del
trabajo. Las causas van desde aspectos tan ruines como la manipulación, hasta
estrategias de mercado, ignorancia del panel de jueces, etc. Y claro, hay
certámenes bien estructurados, donde la imparcialidad es inevitable, tienen
procedimientos bien definidos, el panel del jurado está conformado por quienes
saben y hasta son expertos en el tema. En el cine la mayor parte del público
entendemos a los festivales como espacios abiertos donde compiten varios. Y
cuando alguien logra salir de ellos con un reconocimiento o una mención, damos
por hecho que ese trabajo es de una calidad indiscutible. ¿Cómo funcionan los
certámenes en este arte?
Existe de todo. Hay festivales donde el cineasta puede conseguir un
fondo para trabajar la película, y otros donde puede conseguirlo con el trabajo
terminado. Hay cineastas que trabajan, como en la literatura, supongo, en
función de los festivales. Es común que esos proyectos admitan películas o
documentales de un género o tema especifico. Hay festivales políticos o
sociales, financiados por ong’s, esos son círculos cerrados con una tendencia
definida. En nuestro mercado esos trabajos normalmente no gustan. No puedo
ampliarte mucho porque no lo sé, en realidad.
Sé que antes de “Aquí me quedo”,
hubieron trabajos de menor envergadura. ¿Cuánto trabajó Chofo para lograr la
madurez reflejada en “Aquí me quedo”?
Mi primer cortometraje formal, escrito, pensado, pulido, lo hice en el
2001, se llama “La puerta.” Después mi promedio son tres trabajos al año. A
“Aquí me quedo” lo anteceden veintisiete trabajos. Algunos son cortos de
estudiante, otros los hice porque aproveché una cámara prestada, otros salieron
de un ensayo, y otros pasaron por un proceso más amplio. Historias escritas hay
mucho más, no sé cuantas tengo.
¿Cuándo te fuiste a Estados
Unidos?
No me fui una sola vez. La primera me apoyó un familiar que vivía en
Nueva York, ella había trabajado en “El silencio de Neto” haciendo utilería,
algo de arte. Es más grande que yo, quizá diez años. Me pasaron su correo, le
conté que tenía algunas historias escritas, que tal vez conocía a alguien que
se interesará en producirlas. Me recomendó que lo intentara hacer yo, que no
buscará a nadie. En ese proceso se dio cuenta de mi interés, y un año después,
en el 2000, me ofreció un espacio en su casa para que estuviera algunos meses,
y su ayuda para conseguir uno de esos lugares relacionados con el cine a donde
podes ir a aprender. Sabía que si yo entraba a uno de esos lugares, no iba a
trabajar como cineasta, me iba a tocar desde abajo. Pero ese era el camino para
saber si de verdad yo estaba dispuesto a meterme en este rollo. No llevaba
mucho dinero, eso era lo que más preocupado me tenía. Cuando llegué, en la
noche, ya solo en el cuarto, me mareé de lo ahuevado cuando hice cuentas. Al
siguiente día me llevó a un supermercado, casi me acabo el dinero. Compré un
chorizo bien largo que me duró como un mes, comía solo eso y pan.
Pan, vino y salchichón, diría
Sabina.
Igual, solo que sin vino. Pero bueno, no era tan malo. Volviendo al
tema, me indicó a que páginas meterme. Clasifiqué cuales eran pagadas, a cuáles
era difícil entrar, cuáles no. Apliqué a un montón, algunos me respondieron en
el momento. Establecí contacto con uno que me citó al siguiente día. Fui y me
quedé trabajando, ganando tres dólares representativos por hora. Significa que
después de acumular cierta cantidad te pagaban con equipo. No me servía en ese
momento porque tenía que sostenerme, entonces negocié para que me lo dieran en
efectivo. Empecé de nada, y poco a poco aprendí a manejar el equipo. Era la
productora de la que te hablé al inicio. También alquilaban equipo. Mi función
después de un tiempo era preparar el equipo antes de salir, luego lo debía
recibir y revisar. Como me tomaron confianza después de eso pase a ser
asistente de producción, ya iba a las grabaciones. Cargaba chivas, ordenaba los
cables, estaba pendiente del agua de los actores, cosas así. Cuando regresé
venía con ese empuje que ha de tener la mara al salir del gimnasio, empecé a
trabajar duro, y así sigo.
¿Y las siguientes?
La segunda vez fue en Filadelfia. Estaba saliendo con una chava, ella
se fue, y yo la seguí. Busqué trabajo, me metí a la universidad del estado, no
era una carrera específica, tomé cursos fuera de currículo. Uno de ellos era
producción de video. El profesor me vio con mucho espíritu, eso significó
ganarme un trato especial. Cubrí lo de dos semestres en uno. Él sabía que no
podía meterme a estudiar cine, sabía que solo iba a estar un tiempo; por eso su
ayuda estuvo enfocada en que me trajera la mayor cantidad de conocimiento
posible. Allí trabajé documental. En el tiempo que estuve la mara acá estaba
trabajando bastante, hubo un momento en el que ya quería regresar, quería venir
a trabajar.
¿Y ahora dentro de tus planes
está irte a trabajar a otro país? Como cineasta, por supuesto.
No, yo quiero trabajar acá. Claro, he pensado en películas que se
tendrían que desarrollar en otros países, pero Guatemala sigue siendo mi
personaje principal. Estoy convencido que debo pasar antes por acá antes de
cualquier otra cosa. Bueno, luego de Filadelfia regresé, estuve un tiempo. La
tercera vez volví a los Ángeles, fue por un curso de Realización digital. No
cine, fueron tres meses sobre lenguaje digital: que podes hacer, que no.
Entender y aprender a manejar el equipo, cámaras, etc. Yo trabajo con digital, sin
filtros ni otros recursos que le den otra apariencia al formato. El rollo está
en cómo manejas las tomas, y en el proceso de edición.
Me veo obligado y regreso a las
quijotadas. Además de director, ¿qué posiciones le toca jugar al cineasta en un
mercado como el nuestro?
De entrada editor, creo que es lo más común. Fotógrafo, dibujante. Yo
dibujo todas mis películas, porque me gusta. Y he dibujado para otras que no
son mías. La planificación, también es otro rol. Con Mendel aprendí mucho de
asistente de dirección. Como asistente tenés que resolver cualquier vaina: que
el actor se quedó atorado en el tráfico, por ejemplo, entonces hay que
proponerle vías alternas. Cualquier cosa que pareciera no tener nada que ver con
el cine en sí, hitos que no están en la hoja de llamado, en la cual está
plasmado todo el horario de trabajo, cuando entra, cuando sale, como llega. A
qué hora debe entrar el perro, porque también incluís los recursos. En la hoja
de llamado debe estar todo lo que se va a trabajar en ese día. Entonces sí,
toca cubrir algo, lo que se puede, lo que no podes cubrir por medio de de
algunos recursos.
¿En qué momento trabajaste con
Mendel?
Cuando regresé de Filadelfia trabajé con él “La Vaca”. Menos el proceso
de grabación, fue todo el trabajo anterior.
Sucede que en la vida del
artista, las influencias van cambiando, eso es parte de la evolución ¿Cuáles
han sido tus influencias? ¿Harías la lista con las obras o con los nombres de
los cineastas?
Más con obras. Recuerdo poco a los directores. Una de las películas que
hoy puedo decir fue de mis mayores influencias como creador, es la “Historia
sin fin”. No sé quien la escribió, ni quien la dirigió. Luego “Robbin Hood”,
Jurasic Park, porque después caí en los libros, y con Jurasic se desató una
necesidad atávica por la lectura. Entonces fueron mis mayores influencias
porque con la primera jugando armé tantas veces mi propia historia de la “Historia
sin fin”, y con las otras me volqué a la lectura y en algún momento empecé a
contarle historias a otros chavitos. Leí todo lo que pude encontrar de
Crichton, por ejemplo. Y todo eso lo reinventaba y lo contaba, ahora ya perdí
esa habilidad.
Fuiste una especie de James
Barrie en los jardines de Kensington, o de esos contadores de historias que
dicen existen en Colombia.
No, no, a tanto no llegué. A la que le conté un montón de historias fue
a mi hermana. Y en las reuniones familiares me aprovechaba de todos los
chavitos.
¿Y ahora, en la actualidad?
Me gustan mucho los hermanos Coen, Spielberg. Suelo volver a la saga de
la Guerra de las galaxias, aunque odio a ese gordo cerote.
¿Por qué?
Me arruinó a mí y a muchas otras personas. Cuando pude verlas en dvd y
fui a los comentarios descubrí que “El imperio contra ataca”, y “El retorno del
Jedi”, no fueron dirigidas por él. Puso el dinero y escribió las historias, y
se metió de lleno en los efectos que es su rollo. El director de la mejor, “El
imperio”, fue un genio. El resto de películas dirigidas por Lucas no son
buenas, se enfoca en su engase que es el arte y los efectos, pero no en las
actuaciones. Y para mí la vida, la esencia de una película está en eso, si un
personaje no es real, si no transmite, la película no sirve. Y de niño siempre
lo vi como el mejor director. Por eso.
Aprovecho y hago la pregunta y llega
desbocado un caso: Nicole Kidman fue para mí una actriz de actuaciones
insustanciales, hasta que vi “Dogville” de Lars Von Trier. Entonces pensé que
no era solo un desborde de belleza, había arte en ella. Por supuesto, ahora sé
que debo ver “Las horas” y “Birth”. Y la pregunta es esa ¿Qué tanto influye el
director en una buena actuación?
Depende del mundo. En el cine profesional hay casos en los que los
actores tienen un nivel elevadísimo, están tan bien preparados que para el
director son muchas veces una ayuda, ellos proponen, pueden hacer una o dos
maneras distintas en diez minutos. En el cine como el nuestro el director debe
ser muy cuidadoso, porque puede matar u opacar una buena actuación, o puede
orientar hacía una actuación pobre. En nuestro mundo hay actores de teatro muy
profesionales, que cuando los ves en ciertas películas no te parecen de la
calidad que esperás. Y no es porque sean malos, es porque los directores los
han limitado. Jorge Ramírez, por ejemplo, tiene actuaciones pobres para la
calidad de actor, pero en El Capitán Orellana Tessari ni lo tocó, y su
personaje resalta sobre todos los demás por su actuación, aunque no está bien
desarrollado en la historia. Un director si influye. Meterse con la actuación,
o no meterse, o saber cuánto meterse, eso es en sí la influencia del
director.
Seguramente a Alfonso Cuarón no
le costó mucho encontrar al personaje femenino para “Gravity”. Aunque hubo
trabajos menores, fue en el 94 donde Sandra Bullock se hizo de un nombre con
mayúsculas. “Speed” fue su trampolín. Esa interpretación, muy parecida, pero de
menor calidad a la última, creo fue la referencia de Cuarón y su equipo. En
nuestro cine, supongo, le toca al cineasta escoger a los actores en nuestro pequeño
mundo deshabitado. Entonces ¿Cómo los escoge? ¿En donde busca?
Estudié un poco actuación. He trabajado a lo largo de todo este rollo
con actores de la escuela de teatro, con mara que no tiene ninguna experiencia.
Estuve en el rodaje de “Looking for Palladin”, allí pude ver el trabajo de
actores muy profesionales, como Talia Shire, Ben Gazzara, que ha actuado con
los hermanos Coen, el tipo brillaba. Esa experiencia me dejó mucho. Notabas que
aún siendo quienes eran, se podía entender con claridad que individualmente
habían trabajado un montón su papel. El director, Krakowski, no se metía, y
aceptaba o discutía con ellos como trabajar la siguiente escena.
¿En cuanto a “Aquí me quedo”?
Hice casting, aquí en Guate y en Xela. Allá identifiqué a dos que podrían
ser Paco y Willi. En ese entonces quería re-escribir la historia sabiendo
quienes eran los actores. Quería saber cómo era su carácter, como hablaban, y
no estaba muy convencido de los de Xela. Que sí salen en la película, todos los
secundarios estuvieron en ese casting.
Entonces ¿cómo los encontraste?
Una noche salí a la Maga, que todavía estaba en 4° Norte. El Gordo
estaba tocando, después platicamos, y en ese proceso lo vi como un personaje,
me convencía cada vez más. Mientras él hablaba yo me lo imaginaba como Paco.
Ahora te reís, yo también, pero eso me pasó. En una parte de su conversación me
dije en silencio: Sí, este es el Paco que busco. Le tiré la pedrada y aceptó.
En ese mismo lugar encontré a Willi. Le dicen Andy, es bien expresivo, eléctrico,
y mientras le hablaba al grupo yo pensaba, ¿qué pasaría si este cerote me
secuestra? En la casa, esa misma noche, o madrugada, volví a escribir la
primera escena pensando en ellos. Iba morongeado por el desvelo, pero hubo una
química entre mis manos y lo que vi en ellos que no pude parar, en realidad me
lo dieron ellos. Quizá si no hubiera sucedido así, habría salido mal.
No es una receta de cocina,
definitivamente.
No aquí. En el cine comercial hay catálogos. Aquí no hay método como
tal, y eso lo hace más vivencial.
Cuando un arte nace para ser
vendido, debe pensarse en quien lo compra. El mayor porcentaje de nuestro
mercado es consumista, sus referencias son el morbo, la vulgaridad sin ninguna
estructura, sin ninguna intención, y otros recursos que podrían darle fuerza.
El artista termina arriesgando la calidad de su arte con tal de vender, sucede
con una parte del teatro, con una parte de la literatura, de la música. Sin
embargo, en cuanto al cine, creo por el momento que la situación es diferente.
Veo en el mayor porcentaje, un arte libre, con mucha ambición. ¿Cómo se toma en
cuenta en el proceso creativo al posible y futuro público? Lo pregunto porque
no toda la poesía se escribe para ser publicada, no toda narrativa nace con la
intención de ser leída más allá de la hoja en blanco o del computador de quien
la escribe, no toda pintura pisa una galería. Pero una película no tiene otro
fin que una sala de cine.
Bueno… si vemos que el fin es el cine, reducimos las probabilidades de
difusión. ¿Quiénes van al cine acá? La mayoría es la mara que va a centros
comerciales, que no será ni el cinco por ciento de los guatemaltecos, y de ese
cinco por ciento, un porcentaje muy pequeño podría ver tu película. Entonces el
cine no debiera ser la única posibilidad en tu estrategia.
Las tiendas tampoco, te lo digo
porque cuando yo busqué “Aquí me quedo”, tuve que darme la media vuelta porque
el precio me pareció exagerado, doscientos y pico de quetzales. Si de ese
dinero el mayor porcentaje es para el cineasta, se hace el esfuerzo y se paga.
Pero estoy casi seguro que es todo lo contrario.
Es tu palabra. Aprovechando te pongo de ejemplo “Aquí me quedo”. El
contenido social, por lo que viven ellos dos, Paco y Willi, el registro
lingüístico, son recursos que le limitan las posibilidades de público, de modo
que el cine no es una buena opción como única posibilidad. Sobre eso hay un
porcentaje muy grande que prefiere verlas en su casa, pagar diez, quince pesos en
la entrada al mercado o los que van al supermercado, y verla cuando quiera, con
quiera y como quiera. Además están arriesgando una cantidad de dinero que
seguramente no es significativa en sus presupuestos, quiero decir que no
importa tanto si está mal grabada, o si no es buena. Entonces como cineasta buscas
opciones como el internet, esos sitios donde suben tu película y el público
paga una mensualidad por tener acceso a ellas. De cualquier manera es un riesgo
que debes correr.
Que complicado, me pongo en tus
zapatos y pienso en este momento que sobre eso el arte, porque le pasa a
cualquier arte, debe luchar con esa parte de nuestra idiosincrasia de querer
todo fácil. Eso significa que si no estamos dispuestos a pagar lo justo por el
arte nacional, y sobre eso buscamos beneficiarnos de una manera ilegal, estamos
siendo inconsecuentes con el desarrollo. No podemos pedir que haya evolución si
en lugar de apoyar estropeamos. Creo que por lo menos no deberíamos comprar
películas nacionales pirateadas. Regresemos al teatro, ya de alguna manera lo
dijiste entre líneas, pero te lo pregunto para entenderlo mejor ¿tenés alguna
teoría de porqué a la mayoría de nuestros actores de teatro, hablo de los
buenos, les cuesta adaptarse al cine?
Sí, mira, la ventaja de la piratería es la difusión, definitivamente,
no hay un medio más efectivo para eso que la piratería.
Claro, pero con difusión no
retribuida no puede vivir el arte, de hecho si no hay retribución se muere
cualquier trabajo: abogado, guardia, enfermera, tendero, agricultor,
prostituta, no importa qué.
Definitivamente, a menos que tengas un mecenas. Ahora con la última
pregunta, la de los actores; depende. El actor de teatro, sucede más con el
actor recién salido de la escuela, tiene una técnica que en el cine no
funciona. Hay que entender que son géneros distintos, como la poesía y la
narrativa, como el surrealismo y el cubismo, y estoy casi seguro que en sentido
inverso ocurría lo mismo.
Explicálo, por favor.
Sí, que si un actor de cine con poca experiencia, eso significa con
pocos recursos, incursiona en el teatro, es muy probable que le pase lo mismo,
que no funcione. Varios actores de muchísima experiencia, actores de teatro,
tienen la capacidad de adaptar sus recursos al teatro o al cine, no importa.
Todo dependerá de cómo los maneje el director, porque como mencioné
anteriormente, si el director no reconoce una buena actuación o una mala
actuación, meterse mucho o meterse poco, seguramente dará malos resultados.
El manejo del espacio en el cine,
de hecho de cualquier otro recurso, es muy abierto. ¿Es esa maleabilidad la que
permite lograr dimensiones y sensaciones más cercanas a la realidad que se
añora?
No la comprendí.
Bueno, creo que el manejo de los
recursos en el cine es más abierto, que existen más posibilidades de buscar lo
exacto, de hacerlo de una u otra manera. La pregunta es que si esa maleabilidad
permite que se logren realidades cercanas o la realidad misma que se añora.
Porque al final como espectador cuando una película te atrapa, es porque te
identificaste con la historia o con un actor, y vivís oníricamente, por decirlo
así, una experiencia que en la realidad no podrías, o no te atreverías. Por
ejemplo, en el teatro ves la obra y la disfrutas si es buena, pero siempre la
desligas de tu realidad, la ves como algo ajeno a vos aunque haya crítica,
aunque identifiques comportamientos, patrones de carácter similares o iguales a
los tuyos. En una película puede no haber nada igual a tu vida, que de todos
modos te quedas viéndola porque vivís un rato fuera de vos.
Te ayudan dos cosas. El cine te permite acercarte enseñándote o revelándote,
la historia desde cualquier perspectiva que se le ocurra al cineasta, y eso
ayuda a potenciar el efecto de realidad en el espectador. Dicho de otra manera,
en el cine no estás limitado a lo único que la butaca del teatro te permite. En
el cine podes ver lo que le sucede a dos fulanos desde lo alto de un árbol, o
ver específicamente la reacción en un ojo, o en una mano. En el teatro eso
sería el juego de luces, la oscuridad en el resto de la sala y el rostro del actor
iluminado, aún así el actor debe exagerar sus expresiones para que impacten y
atrapen al espectador. La otra es la tecnología, lo que vos ves como resultado
de una cámara fotográfica o de video, tu mente lo registra como el pasado y se
asombra de poder viajar en el tiempo. El teatro es presente, lo que viste lo
viste, y lo que entendiste impacta en ese preciso instante. Lo que se te fue
nunca más volverá a suceder igual, por un montón de circunstancias, no
precisamente de los actores, si no tuyas. El cine puede con mayor facilidad,
superar esas dificultades, entonces es de alguna manera más fácil para vos como
espectador. Es un resultado similar con la literatura o la pintura.
Claro, me ha sucedido que veo una
pintura que me impacta, por su técnica, por sus colores, por la perfección de
sus trazos. Pero de pronto me descubro pensando, si conozco un poco de la
historia, en lo que vivió el artista, su contexto histórico, y eso es viajar en
el tiempo. Pasando a la parte técnica ¿qué tan importante es el guion? ¿Es esa una
batalla de guionistas contra el resto del cine que no terminará nunca? Lo
pregunto porque el guionista a través de sus sindicatos, de casos particulares
como el de Guillermo Arriaga con Iñaritú, pelean porque se reconozca como base
o punto de partida, el guión literario.
No te sabría decir mucho al respecto. Lo que sí sé es que en ese cine,
te lo explico en términos generales, el productor escoge un guion dentro de un
banco de datos, cuando lo encuentra lo compra. Luego buscan un director que se
adapte al guion, un director que esté de moda o pueden ser otros factores.
Entonces el productor decide qué historia comprar y a qué director contratar.
Si la historia es buena, la película tiene ganado el primer paso. De allí para
adelante son otros cien pesos.
La experiencia de trabajar con quienes no son actores, ¿es acaso
experimental?
Al principio es experimental. Ahora creo tener un método y sigo cierto
proceso con actores no actores. Siento que puedo manejarlos bien. Sin embargo
puedo decirte que no es cualquiera. El actor no actor debe tener ese carisma,
esa habilidad que descubrís cuando está frente a la cámara. El Gordo, por
ejemplo, es un artista, pude trabajar con él fácilmente. Lo mismo me sucedió
con los dos personajes de Pol, lo mismo me sucedió con Andy.
La cultura le da peso, fuerza y
herramientas al artista. No basta con el manejo de la técnica. En general, no
habló específicamente del cineasta, ¿en nuestro país el artista se preocupa más
por la ropa que se va a poner, o por lo que lleva en la cabeza y el corazón?
Van de la mano, te lo digo porque la mayor parte de artistas no son
buenos vendedores. Tienen mucho talento, pero no son buenos vendedores.
Entonces lo único que tienen como herramienta es a ellos mismos. Un artista normalmente,
es un dato estadístico, tiene más respuestas negativas en un año que las que
una persona de otro oficio puede tener en toda su vida. Y no solo rechazos a la
hora de vender, si no que la familia influye de esta manera: “Pero… de eso no
vas a vivir.” “¿Ese es tu hobby?” “Eso no lo vas a poder hacer para siempre.”
Ese tipo de ataques, de conversaciones negativas con las que un artista crece le
van formando un caparazón para esos vergazos, si no sería muy fácil que lo deje
de hacer. Ese cobertor es el ego, es lo que protege al artista de todo esto.
Entonces el artista necesita reflejar como sea lo que hace, para poder
venderse, para que la demás mara lo sepa.
Los premios… sé que hay algo por
allí.
Dos, uno fue por escribir una película que no me gusta, que hoy no me
convence. Y el otro por un cortometraje que hice a la carrera en la Antigua.
Aunque a veces sueño despierto con un Oscar, un Cannes. Y en el fondo no es que
lo desee. Normalmente no necesito que un premio corra por el carril
electrificado de la liebre para ir tras él, para moverme. He descubierto que
cuando caigo en ese rollo es un escape.
No quise enfocar esta charla en
“Aquí me quedo”, sin embargo la obra es la obra, y de una u otra manera
debíamos terminar en ella. Dijiste en algún momento que era experimental, no en
esta entrevista, lo leí en algún lado. Yo sigo creyendo, cómo te lo dije cuando
la vi, que es un buen trabajo. ¿Una película con recursos muy limitados es más
fácil de filmar, que una donde hay mucha gente involucrada?
Sí y no. Cuando el recurso es limitado potencias lo que tenes, definitivamente.
Alcanzas la objetividad más rápido. Cuando tenes un montón de mara estás con
mil vainas en la cabeza, eso es muy complicado. Sin embargo no tener ciertos recursos
o que los tengas limitados, pueden afectar tu trabajo. Por ejemplo tener solo una cámara. Yo grabo
plano secuencia, o sea toda la escena en una sola toma, arreglándola para no
tener que cortar. Pero debo grabarla en otro ángulo para tener más recursos en
la edición. Para hacer eso los actores tienen que estar bien ensayados, aun así
repetís varias veces. Con más cámaras y camarógrafos expertos, no te pasa eso.
Vos sabes lo que significa el
secuestro en una selva como la nuestra. Y aunque es cierto que el guatemalteco
tiende a sobre pasar por mucho aquello de “hacer de tripas corazón”, la sátira
debía enfrentar un gran reto para ser lo que es: una buena comedia. ¿Tuviste en
cuenta eso, o simplemente se fue dando en el proceso?
Cuando vi el primer corte no me pareció que fuera comedia. Yo venía de
“Prohibido robar rosas”, y allí al primer minuto te reís. Con “Aquí me quedo”
no me pasó eso, la sentía como un drama largo, hasta pensé que era pretenciosa.
No me gustaban algunos movimientos de cámara, y el personaje de Paco no me cuadró.
Lo primero que sentí fue: “que hueva este cerote”. En algún momento creí que
sería más conveniente no seguir diciendo que existía la película. Y quise
volverla una especie de mini serie, subirla al YouTube. Sin embargo el proceso
de escritura me dejó pedazos estampados en la morra que se basan en un
conflicto y que me daban risa. Y ellos están en el secuestro, que en un momento
se vuelve el eje principal. Deja de serlo cuando la historia concluye en el
cementerio, y luego reinicia con el secuestro.
¿Es una especie de comedia
oscura?
Probablemente.
El final definitivamente la
convierte en eso. Sé que estuviste un tiempo en Xela andando de uno al otro
lado, que escribiste parte de la historia en las locaciones que usaste. ¿Por
qué no trabajaste con actores de allí? Supongo que tienen una conexión más
fuerte con el lugar.
Yo no me podía ir a vivir a Xela, por eso desistí de los actores
principales allá, porque yo quería ensayar con ellos. Y eso significaba que
debía irme a vivir allí.
Hay varios diálogos sencillos,
pero certeros. Otros, en cambio, la minoría, te lo digo con sinceridad, me
parecen exagerados. Claro, no son lo suficientemente fuertes, ni malos, de modo
que la película no se cae por ellos. En la literatura normalmente el escritor
regresa, y en esos retornos suelen surgir cambios ¿Cómo corregís la obra
filmada cuando los recursos son limitados?
Lo quitas o lo cambias de lugar, la edición te puede ayudar hasta
cierto punto. En esta película eliminé varias escenas, o pedazos de diálogos, porque
sobreexponen, o ya no continúan, o porque estaban de más. Hay una a la que yo
le llamo la “Escena perdida”. Es una escena que a mí me gusta mucho, pero en la
película sobreexpone. Y se tuvo que ir con pancho, la quité. Me está pasando
con “Pol”, te pasa con todos tus trabajos. En “Pol” hay una escena donde
discuten varios encapuchados sobre que van a hacer con Pol. Uno de los
encapuchados es una niña, Valeria.
Mi sobrina.
¿Tu sobrina? Puta, no lo sabía. Te la voy a enseñar cuando terminemos.
Pues ella controla la discusión. En un momento se salé de control, sube a la
mesa y patea las cosas de uno de los encapuchados. Ese pedazo es un mate de
risa, pero no encuadra en la escena porque Pol está afligida, y ella es el
personaje principal, ella es la historia. Cortar duele, casi siempre.
Es parte de la madurez, pasa en
la literatura. En la pintura o en la escultura, seguro es algo muy complicado.
Ha de doler cortar una mano y luego injertar otra.
La fotografía es bella, sé que
esa palabra suena cursi en nuestro mal habido machismo, pero no encuentro nada
más sincero que eso para la fotografía de “Aquí me quedo”. ¿Antes de filmar
usaste otro recurso? Te imagino andando por esas callecitas con la cámara al
hombro.
La dibujé toda. Necesitaba que los cuadros estuvieran enfocados a
ciertas cosas. Si quiero ver el paisaje me alejó, si quiero ver cierta
expresión debo acercarme al actor, todo eso lo dibujé. A mí me gusta mucho
Xela, pero la historia es esos dos. Cada cuadro lleva implícita una intención.
No hice tomas bien chileras por exponer el lugar, sino porque eran necesarias
para la historia. En conclusión puedo decirte que la fotografía no es bonita,
es efectiva.
Me parece mejor esa calificación.
Y no es el único recurso, se conjugan varios más que no solo sustentan, sino
que además solidifican a la estructura. Uno de ellos es la música. ¿Pensaste en
algo diferente en algún momento?
Sí, cuando la hice me acababan de robar, se entraron a mi casa y se
robaron mi computadora, mi disco duro, me hicieron mierda. Se fue muchísima
música, mis películas, hablo de las de mi creación. Incluso “Prohibido robar
rosas” no estaba terminada, la estaba editando. Allí perdí muchísimo, y uno de
todos esos paquetes, fue la música. No creo que vuelva a tener una colección
como esa. Le daba play y todo el mundo estaba feliz, la mara le ponía atención.
Y lo que tenía pensado para “Aquí me quedo” era algo que ni siquiera sabía cómo
se llamaba. Mucha de esa música me la compartieron y no tenía identificación.
Sé que la chava es croata, y era una especie de ska balcánico. El momento se
revivió cuando conocí en las calles de la Zona 1 al Gringo Loco, que luego se
puso el Gringo Moko. Tuvo una banda que se llamó Calimosho. Para ese entonces andaba
solo con su guitarra. Yo salí con mi acordeón. Nos topamos en un bar, y entre
pláticas empezamos a tocar. Fue bien de ahuevo porque nos entendimos, y cuando
salimos del bar seguimos tocando en la calle mientras caminábamos. Enseguida
supe que esa era la música que necesitaba la película. También trabajé un poco
con Toby Cortéz. El Gordo, Carlos Hernández, que es quien interpreta a Paco,
dijo que podía hacer una canción para la película. A mí me gustaba, o estaba
enamorado de esa rola de él que se llama “Corazón dolido”. Pero él quiso
escribir una nueva. Luego me desquité porque usamos esa rola en Pol. Como a la
semana ya la tenía grabada, cuando la escuché se me salieron las lágrimas.
Intenté meter “Corazón dolido”, quería que cuadrada, que fuera una parte
especial, pero no se pudo.

Regresando al Gringo, vivíamos cerca y cerca estaba un estudio de
grabación. Cuando me llamaba para tocarme algo que se le había ocurrido,
terminábamos en el estudio, yo pidiéndole al Allan que aprovecháramos a grabar
a ese cerote que estaba bien drogado. La música de “Aquí me quedo” llegó en un
segundo momento. Al principio trabajé la película y no quedó como yo esperaba.
La dejé, me metí en otros proyectos: “La Vaca”, “Capsulas” y un documental en
Honduras. Y al regresar a ella ocurrió todo esto de la música. Me advertí que
debía ser honesto, que la música debía ir acorde y no lo que en algún momento
deseé. Y eso hace que sea la mejor, el hecho de que exprese el rollo, el
verdadero sentido de la película.
Sé que el final fue manejado con
reserva, que lo conocían vos y los dos actores principales. Que el resto del
equipo lo supo poco tiempo antes de ser filmado. Dos preguntas ¿Cómo y en qué
momento surgió? ¿Hubo otro final?
Sí, Paco se resbala, huye, cosa que ya habíamos visto en la película.
Willy le disparaba, no le da. Lo perseguía. Paco detenía un pick up, le decía
al tipo que lo querían matar, que lo estaban persiguiendo. También ya lo
habíamos visto. Willy lo alcanza y le dice: «Mano, mano, ¿qué
queres? Que te meta el trancazo antes o después de meterte el plomazo»,
entonces iban otra vez juntos, en la palangana del pick up, trompudos. Y Willy
después de un momento de ir en silencio le decía: «Vos no sos tan de
ahuevo, ya me aburriste. Te voy a dejar aquí.» «Cómo
que no soy de ahuevo. Soy la mera verga, cerote. Soy bien de ahuevo. Lo que
pasa es que con un cuete en la morra no funcionó.» Pero eso habría
significado meterse otra vez en la historia. Lo que yo quería es que Willy ya
no quisiera estar con Paco. Y Paco sí quisiera estar con Willy, que le
propusiera ir a chingar, que lo persuadiera para ser su cuate. Willy se iba y
Paco repetía la historia diciéndole a cualquiera, «Vos Paco, Claudio,
vení, vamos a chingar.» Como que se le pasaba la tenta.
Pero estaba convencido, era una salida muy fácil. El objetivo de Paco es
sacarse algo, no es algo físico. Esa es la razón de la historia. Cumplido eso,
cuando va al cementerio, ya está concluida la historia. Ahora debía resolver
algo más complicado. Aparece Willy, su secuestrador. Y fue donde surgió lo
anterior. Pero para entender la amistad que se había fraguado entre los dos,
debía concluir de una manera totalmente distinta al resto de la historia. Que
ya no fuera chingadera, que fuera fuerte. Se me ocurrió en el proceso, me fui a
escribirla escondido por allí y cuando se las leí a ellos pude ver en sus
reacciones que ese era el final. Se suponía que si iba morir uno de los dos,
ese tenía que ser Paco. Pero eso también era predecible. El enlace es la Cusy,
Paco la llama, le pide ayuda, entonces es él quien al final causa la muerte de
Willy, de quien ya estaba enamorado, no un enamoramiento homosexual, si no de
cuates, ya había surgido una amistad entre ellos.
«Mejor bailemos ―le dice Paco a
Willi, se lo dice como suplicando. Ya empezaban a hacerse cuates―. En lugar de
estar amenazando, mejor bailemos.» No sé cómo va “Pol”, ojala y pronto podamos
verla. ¿Regresa Willi o Paco a ella?
No, ninguno de los dos. Pero en la próximo sí, Paco.
Alguna vez quise platicar con Mendel
Samayoa de la piratería. Darle mi opinión hubiese sido un atrevimiento. Dejó en
claro desde el inicio que aquello ahoga al artista. Definitivamente es así.
Pero partiendo de que no hay leyes, de que las leyes existentes o se ignoran o
se manipulan, no queda otra que jugarle la vuelta al perro. Además de que en
nuestras latitudes los piratas no se echan al mar para robar, si no para
sobrevivir. ¿Se podría buscar la manera, ese canal angosto por donde crucen con
pocos roces, ambos, cineasta y vendedor?
Yo creo que los productores perfectos en nuestro medio, serían ellos,
los que producen la piratería. No el chavo al que le compras en la entrada del
supermercado, si no el que le vende las películas a él. Que el cineasta pudiera
llegar a ellos, presentarle el proyecto. Si ellos invierten, deben recuperar. Y
si ellos tienen el método más efectivo de distribución, el método más efectivo
de venta, no seríamos afectados como ahora lo estamos. Algunos son agradecidos,
porque el trabajo del cineasta es el pan de ellos, el pan de sus familias. Y
hay otras situaciones que han salido de la piratería, que son consecuencia de
la difusión. Eso no lo alcanzas de otra manera.
Creo que en este momento, creadores y piratas están a la defensiva.
Otro punto es que ellos no viven del cine nacional, eso lo sabemos todos.
Entonces si vas a comprar “Aquí me quedo” con el que el cineasta hizo alianza,
te va a ofrecer un precio más alto que el que está a la par, con el que no hay
alianza. Eso el cliente lo generaliza y probablemente se corra el riesgo de que
no regrese. El único que ha estado dispuesto a trabajar de esa manera es el
Buki.
¿Qué era Chofo antes de cineasta?
Ya te lo respondí, un ishto cerote que se envició creando y contando
historias.
Dijo alguna vez Leopoldo María
Panero, que a los cuatro años como no sabía escribir, le dictaba poemas a su
madre. Ella los escribía, y en lugar de admirarlos y disfrutarlos, quedaba
aterrorizada. En vos ¿cómo le nació el poeta al niño?
Yo desde niño quería hacer una película. Cuando tenía trece años llegó
mi primera escuela, fue un programa que se llamaba “La Magia del Cine”. Te
enseñaban ciertos efectos, otras dificultades y secretos del cine. Allí fue
donde maduré mi deseo de niño. Luego mi papá me compraba revistas de mis
películas favoritas, que tenían mucha información de lo que sucedía y de cómo
se desarrollaba el proceso detrás de cámaras. Quería actuar o escribir, no
dirigir. Empecé escribiendo mis ideas, luego los guiones. No había nadie que me
quisiera hacer huevos. Los primeros lectores de esas historias fueron mis
padres. A mi mamá le gustaba todo, la contra parte era mi papá, siempre le
encontraba algo. Entonces de primero se las daba a mi mamá y luego si me
animaba iba con mi papá. Pero al final mi objetivo era convencerlo a él. Aunque
mi mamá me preguntaba con escuela si me pasaba algo, porque las historias eran
violentas, igual con los dibujos, me gustaba dibujar monstruos. «Son
bonitos ―me decía―, ¿pero por qué eso?»
Era un chavito, qué le podía contestar, que me gustaba.
¿Y tus padres aguantan con esto,
o se lo disfrutan como vos?
Sí se lo disfrutan, pero eso sucedió hasta “Prohibido robar rosas”.
Principalmente mi papá, que el cambio le vino con el robo.
Tu robo Hemingwayeano.
Algo parecido. Él inicio a disfrutarlo cuando vio que la mara
reaccionaba, y eso pasó con “Prohibido robar rosas”.
A dónde ha llegado “Aquí me
quedo”, ¿Cómo ha sido recibida?
Fuera del país, la presenté en Estados Unidos. Lo malo es que esta mara
quería cobrar la entrada. Yo esperaba que llegara público chapín, y vos sabes
que si se cobra la mara de acá no va. Al final se cobró quince dólares por
entrada, y sí llegaron. Pero no era mi intención, mi intención era ver la
reacción de la mara. ¿Fue bien recibida? depende, no podes esperar que todo el
público la vea como vos esperas. En un festival en República Dominicana, vi en
la presentación de esa película a un tipo que se fue quedando dormido hasta que
lo vi babear, literalmente. Pero eso no me hace odiar ni a la película ni al
público, si no me obliga a re entender mi trabajo.
¿Cuándo se estrena Pol?
El 25 de mayo, en el Teatro Nacional. A eso de las cinco en la tarde.
Creo que la entrada costará 50 tuquis. Se pueden conseguir en El Duende, con el
Buki, en la Pradera en un lugar que se llama Crossroad, Casa del Río en
Antigua, y Esperanto Bar en la zona 10.
Lo peor de un suicidio es no
morir, porque entonces toca vivir desarraigado; adentro, o dentro, estás al
margen, sin posibilidades de vínculos, de lazos, de puentes que acaben con los
abismos. Uno se vuelve una especie de paria cuando carga con su arte al hombro,
y lo baja de vez en cuando para ver si está completo. La gente que se sienta a
tu lado, la que te dice “te quiero”, en el fondo te sabe loco, y la locura aquí
no es permitida. El resto, prefiere verte de lejos. ¿Por qué diablos uno se
empecina con su arte?
No sé, tal vez la exigencia de lo que haces con vos mismo. Me pasa con
los dibujos, con la música. Es una necesidad que a veces ni uno mismo
comprende.
Chofo, gracias por tu tiempo, por
tu sinceridad, y por no decirle no al Camarote55, por voltear a ver cuando
escuchaste el chiflido, ese sonido nocturno de lechuza.
A vos, buena onda.